En Estados Unidos, 5 millones de niños mojan la cama durante la noche. Al igual que ocurre en el cuento del lobo, si la vejiga envía constantemente señales al cerebro para activarlo, éste podría acabar ignorándola cuando realmente necesita que le preste más atención.

Esa teoría se podría explicar al fenómeno de la enuresis, nombre médico dado a mojar la cama de noche. Tal planteamiento lo realizaron investigadores de Hong Kong, quienes se dedicaron a comparar la cantidad de señales que envían niños con historial de enuresis nocturna hacia el área cortical del cerebro durante el sueño, con las de un grupo de control que no moja la cama al dormir.

La conclusión que obtuvieron los especialistas, al terminar de medir la emisión de ondas cerebrales, es que los niños que sufrían enuresis o pérdida involuntaria de orina durante la noche habían enviado el doble de señales hacia la corteza cerebral que los que no se orinaban en la cama.

«Hallamos que los niños con enuresis, aunque tienen un sueño más ligero asociado a las activaciones corticales frecuentes, no pueden despertarse completamente.
Especulamos que la transición entre el sueño ligero y el despertarse totalmente puede ser suprimida paradójicamente a causa de la estimulación excesiva a largo plazo por las señales de la vejiga», indicaron los autores del estudio, cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista médica New England Journal of Medicine.

En Estados Unidos, la pérdida involuntaria de orina de noche afecta a 5 millones de niños, según indicó el organismo de investigación médica del gobierno estadounidense, National Institutes of Health. Aunque no existe una edad determinada en la que los niños superen este problema, sí se ha comprobado que a medida que crecen tienden a experimentar menor cantidad de episodios de enuresis.

Si bien aún no han descubierto la causa o causas exactas de este problema, la comunidad médica sabe que varios factores lo causan. Uno de ellos está en el ADN.

«Sabemos que existe un componente genético muy importante en la presencia de este fenómeno. Por ejemplo, si ambos padres padecieron enuresis cuando eran pequeños, el niño tiene una probabilidad de al menos setenta por ciento de heredar el mismo problema», explicó el doctor Jeffrey Stock, jefe de Urología Pediátrica del Centro Médico Monte Sinaí en la ciudad de Nueva York.

Señaló que también existe una conexión entre los ciclos del sueño y la enuresis, y que el reflejo que suprime la descarga de la orina queda reprimido por la noche en los niños que mojan la cama. «La vejiga de un niño actúa como un órgano reflejo que se contrae automáticamente. Sin embargo, aprendemos involuntariamente a suprimir ese reflejo», explicó.

También añadió que, por lo general, los niños que se orinan en la cama por la noche controlan ese reflejo durante el día, pero cuando están dormidos vuelven al patrón de sueño de cuando eran bebés y no suprimen la acción refleja de la vejiga.

Otro posible factor que provoca la enuresis nocturna es la acción de la arginina vasopresina, también llamada hormona antidiurética, que impide que el cuerpo excrete fluidos, especialmente al dormir.

«Los niños que se orinan en la cama no producen suficiente hormona antidiurética», explicó Francis Schneck, director de Urología Pediátrica del Hospital Infantil de Pittsburgh. Según dijo, esto puede tratarse con medicamentos, aunque su éxito no es seguro pues de los niños que reciben un medicamento sólo a seis de cada diez les da resultado, lo que indica que el problema tiene varios componentes.

Los niños que mojan la cama envían el doble de señales al cerebro para retener líquido, pero éste parece ignorarlas

Traducción: Servio Viloria

Publicado por Serena Gordon en HEALTHDAY.

Reproducido en casttellano en EL UNIVERSAL.