Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta problemática está incluida dentro de su Clasificación Internacional de Enfermedades Mentales y del Comportamiento (CIE10) como un trastorno de las emociones y del comportamiento, de comienzo habitual en la infancia y adolescencia.

Los médicos y los psicólogos ponemos énfasis al hecho que la enuresis no es una enfermedad, sino un síntoma y que por lo general no está en relación con problema de los riñones o la vejiga. Sus causas están en discusión pero se piensa -que tal como lo clasifica la OMS-, la enuresis también puede ser el resultado de emociones y tensiones en el niño que requieren atención.

La enuresis es la falta del control del esfínter urinario, involuntario e inconsciente. El niño no se da cuenta que tiene que ir al baño, por ello no podemos dejar pasar por alto aquellos afectos y aspectos emocionales que hay detrás de ese síntoma.

Para diagnosticar la enuresis, el niño tiene que tener los cinco años cumplidos o una edad mental inferior a los cuatro. Para hacer el diagnóstico y para considerarlo como problema necesitamos, al menos, una frecuencia de tres noches por semana o episodios que se prolonguen durante seis meses.

Podemos diferenciar dos tipos de enuresis:

 

–  Primaria, en el caso de aquellos niños que nunca lograron un control de esfínteres; y,
– Secundaria, cuando han aprendido ese control pero lo pierden. Tiene que haber pasado un mínimo de un año durante el cual estuvieron secos, sin orinarse en las noches.

 

Con frecuencia la enuresis secundaria se inicia entre los 5 y los 7 años de edad.  En el caso que el niño ya hubiera controlado la orina y vuelve a mojarse, se trata de un «retroceso» en las funciones aprendidas y esto está generalmente relacionado con cambios en el medio ambiente familiar, puede ser una mudanza, el nacimiento de un hermanito, un duelo, cualquier acontecimiento lo suficientemente importante o estresante como para conmoverlo y motivar -inconscientemente- esta regresión a estadíos anteriores del desarrollo.

 

Las causas que afectan al niño pueden estar en relación a diferentes personas de su mundo como son:

RELACIONES PATERNOFILIALES

La forma como se relaciona el niño con sus padres es muy importante para su desarrollo evolutivo y de la personalidad, y cuando esto se ve afectado por malos tratos u otras causas surge la enuresis como una manera de hablar del niño a través de su síntoma.

Está muy relacionado a las siguientes actitudes de los padres:

1. Actitud de rechazo hacia el niño, de ansiedad de los padres, sobre todo de la madre.

2. Sobreprotección: los niños muy protegidos y mimados tienen un retraso en el proceso evolutivo y en el establecimiento de los hábitos de control de esfínteres ya que ellos se ven a sí mismos como » pequeños y sin necesidad de crecer».

3. Indiferencia de los padres frente al hijo que puede ser directa y clara o camuflada pero el niño lo percibe.

4. Falta de preparación del niño en los hábitos de micción. Puede deberse a la sobreprotección.

5. Muchas veces los padres han sufrido de abuso y traumatismo cuando ellos tuvieron que aprender a controlar la orina y proyectan esa ansiedad en el niño.
RELACIONES ENTRE HERMANOS

Los celos entre hermanos hacen que el niño enuretico sienta la necesidad de ser «bebe» y por tanto inicia conductas de aquella etapa. Si a esta situación le sigue alguna de estas circunstancias, las repercusiones serán mayores:

1. El nacimiento de un hermanito es próximo a la época en la que el niño inicia su aprendizaje .

2. Relación del niño con los padres, sobre todo si está teñida de sobreprotección o abandono y el bebe que nacerá surge como una amenaza.

3. Si el niño era hijo único o único en su sexo o muy distanciado de los hermanos en edad.

4. La educación muy temprana o muy rápida en este hábito sin respetar los tiempos de cada hijo.

 

Se ha podido encontrar que existen rasgos de personalidad en los niños que presentan enuresis , veamos algo de esto:

* Niño oposicionista: el conflicto es generalmente familiar. La oposición se acentúa sobre la madre. Tiende a oponerse a su entorno para hacerse notar y ocupar un liugar en su familia y la enuresis apoya esta necesidad.

* Niño imitativo: tras observar la atención que se le presta a un hermano/a enurético imitan la conducta. Asumen que esta es una buena manera de obtener atencion y amor.

* Niño pasivo: le da igual todo, soñador, distraído, lento, miedoso, ansioso y emotivos. No puede terminar su proceso de crecimiento y simplemente deja que las cosas » pasen» sin aumir una posición.

 

Los temores del niño a orinarse durante el juego o en la noche, tiene como consecuencias estados de ansiedad e inseguridad. Hay una actitud de aislamiento del grupo y estados de inatención. Todo esto da como resultado una inmadurez afectiva.

 

Fuente: RPP NOTICIAS.